La población debe su nombre a la propietaria de una antigua torre defensiva
Una iglesia que fue fortaleza, un robo que acabó en una cruzada, un antiguo núcleo de pescadores reconvertido en zona turística, hectáreas y hectáreas de humedal declarado Parque Natural… y graffitis del siglo XXI. Todo eso y mucho más es Torreblanca.
Y todo casa. El nombre de la población proviene de la propiedad de una de las torres defensivas de las que dispone el término –antiguo dominio perteneciente al medieval Castillo de Miravet- que era de Blanca de Cardona, nieta del Rey Juan II de Aragón y descendiente, por tanto, de Jaime I. En la actualidad se conoce a este edificio como Torre del Marqués.
Se halla a un par de kilómetros de distancia, entre el núcleo urbano y la costa. Es un edificio de planta rectangular y cuatro alturas, con un matacán en la fachada principal, garita redonda en la esquina sudoeste y está rematada por una línea de almenas.
También fue un edificio defensivo y se supone que de vigilancia la antigua Iglesia de San Francisco, que fue el templo parroquial de Torreblanca hasta la construcción de la actual iglesia dedicada a San Bartolomé, en el siglo XVIII. Hay distintos elementos arquitectónicos, como la abundancia de aspilleras y el grosor de algunas de sus paredes, que hacen pensar que el edificio formó parte de un dispositivo defensivo y de vigilancia.
El por qué de esta abundancia de elementos defensivos la encontramos en que la zona fue víctima durante largas épocas de las incursiones de los piratas berberiscos. En una de estas acciones, los piratas asaltaron la iglesia de San Francisco, destrozando el interior y llevándose diversos objetos de culto, así como la custodia y la Hostia Consagrada. Esto sucedió en 1397 y provocó un contraataque de las tropas cristianas enviadas por el rey Martín I el Humano, y con la bendición del Papa Benedicto XIII. Una cruzada en toda regla.
Las tropas cristianas atacaron la ciudad de Telediç, punto de origen de los asaltantes, dedicándose al pillaje durante dos días, que era la forma de hacer la guerra en aquellos entonces, no sin antes recuperar las sagradas formas y la Custodia, que era de lo que se trataba.
La Iglesia de San Francisco está ubicada en el recinto del Calvario y hoy se emplea, básicamente, como escenario de diferentes actividades culturales.
El robo de la Custodia se halla reflejado en un cuadro de José Orient (siglo XVII) que se conserva en la Iglesia de San Bartolomé, a su vez decorada con interesantes frescos de José Oliet y Josep Ferrer.
Históricamente, Torreblanca ha tenido una actividad pesquera importante, concentrada en el poblado de Torrenostra. Hoy esta actividad ha dado paso a un floreciente y agradable enclave turístico en primera línea de playa, a unos cuatro kilómetros del casco urbano principal y a tiro de piedra del Parque Natural del Prat.
En el Parque Natural pueden practicarse el ciclismo –funciona un centro de la red BTT de la Comunidad Valenciana- el senderismo y la observación de aves, que encuentran en este entorno un hábitat muy favorable, a pesar de la cercanía de zonas urbanizadas. Está dotado con un centro de interpretación en el que se facilitan informaciones sobre todas las actividades del Parque Natural.
Street Art
Más allá de la historia, del Patrimonio y de la Naturaleza, Torreblanca es una ciudad del Siglo XXI y ello ha dejado sus huellas en las calles, donde existe una cada vez más importante colección de graffitis. Este tipo de arte urbano viene desarrollándose en la ciudad desde 2015 como una actividad del Festival Citric, que ha dotado a Torreblanca de un atractivo añadido, con numerosos visitantes que se acercan a conocer las espectaculares pinturas plasmadas en paredes que ponen a disposición de los artistas los mismos propietarios. Es, por tanto, una actividad en la que participan particulares, instituciones, organizadores y artistas. Se cuenta con la colaboración del MIAU (Museo Inacabado de Arte Urbano) de Fanzara, toda una garantía de calidad y de actualidad de las obras.
En la actualidad hay 34 murales distribuidos por todo el centro histórico de Torreblanca, que dotan a la población de una perspectiva única de esta expresión artística urbana tan propio de estos primeros años del siglo XXI.
Participan artistas locales, nacionales e internacionales, quienes desarrollan sus obras sin perder de vista el objetivo principal del certamen: crear murales “mayoritariamente coloridos, vivos y llamativos con un gran atractivo e impacto visual que inciten a sus espectadores a la reflexión o a la contemplación”.
De este modo, Torreblanca se convierte en un destino imprescindible para los admiradores de Street Art.
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